“Tres chicas te dominamos y dejamos jugar con nuestros pies” (FETICHE DE PIES)

Es viernes por la noche y Claudia, Ivonne y yo salimos a un bar cercano para ponernos al día y divertirnos. Miramos alrededor y de entre todos los hombres disponibles nos decantamos por ti: Un tío fuerte de gym en apariencia, pero de esos que en el fondo solo desean ser sometidos por una chica… o por más de una a la vez.

Dispuesta a conseguir mi objetivo, te envío con el mesero una copa y volteas extrañado a ver quién se interesó en ti. Les hago la seña a mis amigas (de que ya mordiste el anzuelo) y las tres alzamos nuestros vasos para brindar contigo. Te ajustas el cuello de tu camisa azul y, aunque pareces un hombre ocupado atendiendo el celular, no tardas mucho en acercarte a la mesa donde estamos las tres y notas que todas andamos en tacones, lo que de inmediato activa tu fetiche al no poder controlar las ganas de oler y lamer estos pies. Ivonne, una rubia tetona, te invita a sentarte a la mesa y, Claudia una mujer madura pelirroja, brinda contigo mientras bebes de golpe el trago que te invité mientras yo, que estoy sentada frente a ti, descaradamente llevo la punta de mi tacón hasta golpear ligeramente tu entrepierna.

Entre excitado y nervioso, tiras tu vaso y aprovechas el momento para agacharte bajo la mesa, donde te inunda el aroma de nuestros pies semidesnudos. Tú, un hombre fuerte de gimnasio y acostumbrado a recibir halagos y atención, te ves pronto rodeado por pies de chicas en tacones sin poder elegir cuál de ellos es el más atrayente. Aunque la escena es algo ridícula y pareciera un sueño, la dureza de tu miembro te recuerda que esto es real.

Estás bajo la mesa algo avergonzado de que la gente pueda verte ahí ya que es una escena humillante, pero sin pensar en la opinión de los demás te acercas a los míos, que son los que más cerca de ti están. Apenas rozas mi pie con tus dedos cuando cruzo mis piernas de lo excitada que me pone que un chico como tú se interese en este fetiche, mientras Ivonne y Claudia llevan, divertidas, sus pies a tu cara, muy cerca de tu nariz.

Rápido me desabrochas los tacones para liberar mis pies y te deleitas con mis uñas pintadas como si fuesen obras de arte. Frotas tu nariz en nuestros pies mientras acaricias suavemente el bulto que comienza a oprimir tu pantalón. Te excitas mientras sientes el olor de esos pies algo sudorosos por ir entaconados toda la noche.

En un momento sujeto tu cara entre mis manos, te asomas de entre la mesa, tu cara a la altura de mi falda (podrías ver mis bragas si quisieras), y te pregunto si quieres que vayamos los cuatro a un lugar más cómodo.

Tú, sin creerte todavía lo que está pasando, asientas con la cabeza deseando estar con nosotras en un lugar más privado.

Te extiendo la mano para ayudarte a ponerte de pie y apenas lo haces cuando rozo con mi pierna tu entrepierna y puedo sentir tu bulto. Te apresuras a pagar la cuenta de todas en lo que yo pido la zona VIP. Al llegar Ivonne y Claudia se paran al lado de la cama, como esperando a que les lamas los tacones y beses sus pies de rodillas.

Te miro muy emocionado y solo, antes de acercarte, te ayudo a quitarte la camisa para que puedas estar más cómodo y nos deleites con tu musculatura.

Tú te arrodillas y empiezas a atender a mis amigas como se merecen lamiendo sus tacones hasta sacarles brillo mezclando esa acción con darles besos mientras nosotras disfrutamos de ver tus músculos contraerse con cada movimiento.

—Gracias… Gracias por dejarme serviros… —dices mientras lames hasta la última suciedad que mis amigas tienen en sus tacones.

Después de verte así por unos minutos yo también voy a sentarme en la cama, pero antes de que te acerques a mis pies levanto tu cabeza y te doy un beso en el cuello mientras sientes mi respiración entrecortada. Luego procedo a tocar tu pecho mientras bajas al ras del suelo y desabrochas mis tacones casi con devoción.

—Puedes tocarte mientras besas mis pies —digo jadeando un poco—. Quiero verte empalmado.

Me quitas los tacones con suma delicadeza, pasas tu nariz por mis pies de arriba abajo suspirando de placer y, complacido porque te he dejado masturbarte, abres el cierre de tu pantalón y liberas tu verga para tocarte al ritmo que aspiras el olor un tanto agrio y sudoroso de mis pies.

Tomo tus fuertes brazos y, en un arrebato de éxtasis, llevo mis dos pies hasta tu verga y la empiezo a frotar con estos, sintiendo tu firmeza y tu presemen. Tú jadeas de placer mientras dejas encantado que use mis pies para frotártela. Te doy el mejor footjob de tu vida, pues tu verga venosa babea mucho del gusto.

Ivonne y Claudia se agachan y cada una masajea una de tus bolas mientras que con sus lenguas chupan tus pezones. Cuando siento que ya estás a punto de correrte me detengo, pues no quiero que acabes tan pronto. Sientes tanto placer a la vez que tiemblas, tu cara está toda roja y me miras a los ojos. Tu verga sigue toda dura y babeando aunque ya no la toque, ya que te dejé a punto.

Nos recostamos las tres en la cama de manera que nuestros pies dan directo a tu cara y te propongo algo picaramente:

¿Te animas a darnos un 69 de pies? Tú besas y chupas los pies de las tres y nosotras tu verga? Qué dices…

—Mi diosa —dices con devoción—. Haré cualquier cosa que queráis con tal de serviros.

Nuestros pies en tu cara no te permitían pensar con mucha claridad. Te subes a la cama y te acomodas de manera que tu cara da a nuestros pies y los tuyos hacia las de nosotras. Mientras chupas tu presemen que quedó en mi pie yo hábilmente me deslizo y masajeo tus bolas para sentir su firmeza, y luego masajeo tu firme abdomen que se contrae de vez en cuando.

Pasas tu lengua de arriba abajo por las plantas de mis pies limpiando lo que había quedado de tu presemen. Tan pronto me terminas de lamer la planta de mis pies pasas la lengua entre mis dedos limpiando también el sudor antes de seguir con los pies de mis amigas. Por su parte, Ivonne y Claudia se entretienen masajeando tus piernas y arañándote las piernas a medida que les chupas sus pies.

Eres un experto fetichista —te digo, y me veo obligada a cruzar mis piernas porque podría tener un orgasmo en ese momento.

Tú alternas a meter los dedos de los pies de las tres en tu boca succionándolos y pasándoles lengua rápidamente, sin darte tregua. De pronto, nosotras sentimos que debemos devolverte el favor por el placer que nos provocas así que nos ponemos en cuatro sobre la cama y jugamos a recorrer el escultural cuerpo de nuestro sirviente. Te besamos recorriendo cada centímetro de tu cuerpo excepto tus pies. Tus jadeos me excitan demasiado y levanto tus axila para impregnarme de tu esencia, luego extiendes del todo tus brazos, exhausto, y las tres nos paramos de pie sobre la cama dispuestas a hacerte trampling.

Colocamos nuestros pies en tu boca, en tu pecho y sobre tu verga alternando entre nosotras. Tú disfrutas lamiendo pies cuando están cerca de tu cara, pero también disfrutas de cómo estos presionan tu abdomen y verga a distintos ritmos hasta que nos suplicas que te dejemos correrte…

—¿Te lo mereces? —te pregunto mirándote a los ojos.

—Sí, ama.

—Ok, pero córrete en mis pies —digo mientras te terminas de incorporar y comienzas a frotarte como el cerdo pajillero que eres…

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