¿Prefieres el relato erótico hablado a tener que leerlo? Te dejamos el audio.
Lentamente, se subió sus pantalones y estaba por abrochárselos, cuando lo detuve:
—Espera, te elijo a ti.
—¿Segura? —me sostuvo la mirada, tratando de identificar algún gesto que denotase incertidumbre.
—Completament… —ni siquiera hube terminado de hablar cuando él ya me estaba besando.
Le correspondí el beso de buena manera: jugando con su lengua y, a la par, rozándole el bulto que se asomaba entre sus pantalones. Los besos de él eran ágiles y experimentados, ampliamente disfrutables. Además, olía muy bien. Sin duda, me parecía un gran acierto que se hubiese esmerado en su aseo y arreglo para una ocasión así. Sin querer perder más tiempo con preámbulos, lo tomo de las bolas y, sin soltarlo, lo voy encaminando hacia la cama.
Luego, le pido que levante ambos brazos para quitarle la playera. Él reacciona a todos mis movimientos con aprobación, permitiéndole que yo lleve el control, pues no quiere que por forzar o apresurar algo me arrepintiese de lo que estamos a punto de hacer. Le bajo el cierre solo un poco y, de golpe, sale su prominente miembro que ya estaba deseoso de placer.
De reojo, veo a mi novio, parado a escasos metros, recargado sobre la puerta de la habitación; deleitándose con la acción. Le guiño un ojo, a sabiendas de lo que está a punto de ocurrir gracias a su permiso. Él me sonríe. Sí, él ya ha aprendido a disfrutar de ver a su novia follando con otros…