“Ella y Él, y Ella también: Pasión y complicidad” (TRÍOS)

Lucía y Gabriel tenían una relación envidiable. Eran esa pareja que parecía tenerlo todo: confianza, risas y una conexión íntima que muchos anhelaban. Pero, como cualquier pareja sólida, también tenían curiosidad por explorar más allá de lo conocido. Todo comenzó una noche, mientras compartían una copa de vino en el sofá. La conversación, ligera y juguetona al principio, derivó en una confesión de Lucía.

—A veces pienso cómo sería… —dijo, girando la copa entre sus dedos.

—¿Cómo sería qué? —preguntó Gabriel, curioso. Lucía sonrió con un toque de nerviosismo.

—Estar con otra mujer —Gabriel arqueó una ceja, pero en lugar de sentirse incómodo, sonrió.

—¿Y cómo crees que sería?

—No lo sé. Supongo que sería diferente… pero interesante.

La semilla quedó plantada en sus conversaciones. No era algo que quisieran precipitar, pero tampoco lo descartaron. Semanas después, durante una salida con amigos, conocieron a Clara. Clara era magnética. Su risa llenaba la habitación y tenía una presencia que atrapaba miradas. A diferencia de otras personas, ella no se limitaba a charlas superficiales. Cuando se dirigió a Lucía, la conversación fluyó como si se conocieran de toda la vida. Gabriel observaba desde su lugar, notando cómo las dos se miraban y reían. Había algo eléctrico entre ellas, una energía que no había visto antes. Esa noche, al llegar a casa, Lucía no tardó en mencionar a Clara.

—¿Te diste cuenta de cómo nos llevamos? —Gabriel asintió.

—Sí. ¿Te gustaría verla otra vez? —Lucía dudó por un momento antes de asentir.

—Creo que sí.

Después de algunas semanas y mensajes entre los tres, decidieron encontrarse en un ambiente más íntimo: una cena en su casa. Clara aceptó encantada, llevando una botella de vino como regalo. La velada fue perfecta. Las risas y la conversación fluían como el vino en sus copas. Pero debajo de la superficie, había una tensión palpable, un deseo no expresado que flotaba en el aire. Fue Clara quien, al final de la cena, rompió el hielo.

—¿Es mi imaginación, o esto está yendo más allá de una simple cena? —Lucía y Gabriel intercambiaron miradas.

—No es tu imaginación —respondió Lucía, con una sonrisa nerviosa pero decidida.

Clara dejó su copa sobre la mesa y se acercó a Lucía, colocando una mano en su rostro.

—¿Puedo? Lucía asintió, y el primer beso entre ellas fue suave, exploratorio.

Gabriel, sentado cerca, observaba con admiración y deseo, dejando que la escena se desarrollara. Lo que siguió fue una noche de descubrimiento. La conexión entre Clara y Lucía era intensa, pero Gabriel no quedó fuera de la ecuación. Cada movimiento, cada caricia, fue consensuado y guiado por la confianza que los tres habían construido. Clara, con su experiencia y seguridad, supo cómo equilibrar la atención entre ambos, creando un espacio donde todos se sintieran incluidos y deseados.

Para este primer encuentro acordaron solo disfrutar tanto de la conexión emocional como física con Clara, mientras que Gabriel se sorprendió por lo natural que se sentía compartir ese momento con ambas. Cuando la noche llegó a su fin, los tres estaban en ropa interior, tumbados en la cama, riendo y compartiendo anécdotas de lo que acababan de vivir. Clara acarició el cabello de Lucía mientras esta descansaba sobre su pecho.

—Gracias por confiar en mí para esto —dijo Clara, mirando a ambos.

Gabriel asintió, entrelazando sus dedos con los de Lucía.

—Gracias a ti por hacerlo tan fácil.

No sabían si esto sería un capítulo único en sus vidas o el comienzo de algo más, pero lo que tenían claro era que

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